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Pataki de Oshe Bile y el coco

coco Oshe Bile (Oshe Irete) es el odu de Ifa que explica el nacimiento de Obi (el coco) como adivino. El pataki (historia) es el siguiente : en la ciudad de Adio vivía un awó, llamado Biawegbon, con su mujer Jaga, el cual tuvo varios hijos. Al primogénito le puso el nombre de Adiatoto (el más viejo de Adio), al segundo Amegbon (el que rompe el coco); al tercero Alakentu (el que da caza al coco); al cuarto lo llamo Alakesi (el que más duda crea en el coco).

Aunque en su casa vivían varios más que decían ser hijos de él, eran sólo hijos de crianza.

Este awo había recibido el ashé de Olodumare para ser el dueño de los secretos del coco y poder adivinar con ellos. Además le dio a cada secreto del coco los poderes de diferentes odus para le sirvieran de adivinación. El awo llamo a cada uno de sus hijos por separado y les entregó un secreto de este sistema de adivinación a cada uno de ellos. Al primero, Adiatoto, le entregó el secreto mayor del coco para su mando, que él llamó « Alafia »  y que significa: paz y felicidad. A Alafia le entregó el poder de Ejiogbe y al caer todos los cocos con la parte blanca hacia arriba, contestaban afirmativamente a la pregunta.

Al segundo hijo le entregó el secreto de la muerte del coco, que el llamó Oyekun, que significa: el signo oscuro y le entregó el poder de Oyekun Meyi.  Al caer todos los cocos con la parte negra hacia arriba, contestaban negativamente a la pregunta.

Al tercero le entregó el secreto de la justeza del coco, el equilibrio, que tiene Eyeife. Al caer dos cocos con la parte blanca hacia arriba y dos cocos con la parte negra hacia arriba, afirmaban justamente lo cierto en la vida, con el poder de seis odun : Iwori, Odi, Iroso, Ojuani, Oshe y Ofun.

Al cuarto le entregó el secreto de la vanidad del coco que engaña y lo mismo salva que mata, que él llamó Etawa y para saber si salva o mata hay que volver a preguntar si sale este signo. Le entregó el poder de cuatro odus : Ogunda, Osa, Otura e Irete.

El awo reservó el último secreto, al ver que todos sus hijos carnales, menos Adiatoto se marchaban al extranjero según aprendían el secreto que él les daba. Y este ultimo secreto se lo enseñó a Adiatoto y él lo llamo: Okana, que significa: el único que lo niega todo. Cuando salen tres cocos con la parte negra hacia arriba y uno con la parte blanca hacia arriba, niegan la totalidad la pregunta.

Pasaron los años y resultó que viajando Adiatoto a la cercana ciudad de Ikirun, su padre Biawegbon murió de repente y los hijos de crianza de éste, a falta de los hijos legítimos, comenzaron a reclamar la herencia. Las posesiones del difunto estaban rodeadas por una muralla que había levantado él mismo para defender sus propiedades de las incursiones de sus enemigos y al pie de esta muralla fue enterrado.

A Adiatoto le llegó la noticia de la muerte de su padre y de lo que sucedía, y preparó sus cosas para viajar a Adio. Al llegar allí, le pidió al Oba (el rey) que sirviera de juez en el pleito de la herencia, y le dijo que él tenía el secreto para demostrar que era el primogénito legítimo de Biawegbon. El Oba de la corte citó a los litigantes junto a la muralla para repartir la herencia y llegó Adiatoto, que dijo: en virtud de la muerte de mi padre, tengo el secreto para demostrar que soy el legítimo heredero, pero qué pruebas tenéis vosotros para demostrar vuestra legalidad? A lo que los supuestos hijos no pudieron contestar con hechos que convencieran.

Entonces Adiatoto sacó cuatro pedazos de coco de su bolsa y, dirigiéndose al pie de la muralla donde se encontraba la tumba de su padre, rogó y dijo: si de verdad tú eres Biawegbon que reposas ahí, respóndeme con el signo de la muerte que tú me enseñaste, los cuatro negros. Entonces él tiró y todos se asombraron cuando al caer, los obi cayeron con el lado negro hacia arriba, afirmando la pregunta de Adiatoto. El volvió a coger los cuatro cocos, volvió a rogar y dijo: ¿reconoces como hijos tuyos a éstos que dicen serlo? Si no los reconoces, respóndeme con el secreto que me enseñaste, Okana, la negación rotunda. El tiró y el asombro fue grande al caer el signo Okana, con lo que quedaban eliminados los supuestos hijos.

El entonces recogió los cuatro cocos, rogó de nuevo al muerto y dijo: ¿usted me reconoce como Adiatoto, su hijo amado? Si es así, respóndame con el signo de Alafia, que es emblema de mi personalidad. Y tiró. El murmullo de asombro fue general al caer los obi con la parte blanca hacia arriba,  demostrando que era verdad que él era Adiatoto.

Entonces, cogiendo los cuatro cocos, preguntó que si él era el legítimo dueño de la herencia, a falta de sus hermanos, y que si era cierto que respondiera con el signo secreto de la justeza, Eyeife, y tiró. El asombro fue enorme al ver que salieron dos cocos con el lado negro hacia arriba y dos con el lados blanco. Asi, el Oba le entrego la herencia a Adiatoto, con pleno derecho.

Entonces él cogió los cuatro cocos y preguntó que si sus hermanos volverían algún día a reclamar su parte y le dijo que respondiera con firmeza, pero al tirar le salió Etawa; volvió a preguntar y le volvió a salir Etawa, afirmando la posibilidad.

Así sucedió. Al cabo de los años vinieron a reclamar su puesto, queriendo ser cada uno el mayor, pero el poder de Adiatoto quedó afirmado por Alafia, que es el mayor de todos.